jueves, 9 de octubre de 2008

Afrontemos la crisis con un sindicalismo reivindicativo



Afrontemos la crisis con un sindicalismo reivindicativo


A lo largo de los últimos meses, se va acrecentando claramente la crisis económica y financiera, del sistema capitalista Estadounidense y europeo. Esta crisis, arrastrara entre otras cosas, una reducción de los márgenes de beneficios, a los que estaban acostumbrados en los últimos tiempos, y esta situación va a mostrarnos la perspectiva cada vez mas palpable de la perdida de trabajo, de estabilidad laboral y de jornada, de poder adquisitivo, de reducción de derechos sociales, laborales y económicos de la clase trabajadora.

Me voy a circunscribir al Estado Español, donde la crisis tiene su cara particular basada en la finalización del periodo expansivo de especulación inmobiliaria, y con un tejido industrial que no va a ser capaz de absorber la mano de obra que la construcción y el campo lanzan al paro; en los últimos treinta años, los dirigentes de los principales sindicatos de clase, UGT y CCOO, se han subido al barco de lo que ellos llaman sindicalismo moderno. Han convertido a estas centrales sindicales, en centros de trabajo llenos de profesionales, dispuestos a dotar de servicios a una clase obrera, a la que se le ha vendido el producto de la Paz Social, producto que consiste fundamentalmente en establecer un sistema de relaciones laborales adecuado para el aumento de la productividad y por lo tanto de los márgenes de beneficios de los empresarios.

Estas relaciones laborales, se han adecuado a los intereses del empresariado en los siguientes campos, flexibilidad laboral, congelación salarial, reducción de los gastos en seguridad social, desregulación de la jornada, desregulación del despido y abaratamiento del mismo, pensiones bajas, cobertura de desempleo corta y escasa. Todas estas concesiones son el esqueleto fundamental de las cesiones de los sindicatos, junto con la desmovilización y la ausencia de la conflictividad laboral. A cambio los empresarios se comprometían a la contratación de los trabajadores, o como lo llaman ellos, en su lenguaje postmoderno, la creación de puestos de trabajo.

Bien, estos años de oro, les ha llevado al gran enriquecimiento, a la vez que hemos visto la perdida de conciencia de clase y derechización de la clase obrera, como una característica fundamental de la situación política laboral que vivimos.

Pero ahora, llega la crisis y empieza el aumento del paro, mas de 90.000 personas en le mes de septiembre. Bueno y entonces ¿donde queda el famoso contrato de la paz social? ¿Donde queda el reparto de los sacrificios?, ahora ¿para que sirven las oficinas de servicios de los sindicatos?, ¿van ha ir a las puertas de los empresarios a pedir trabajo de mano de los trabajadores?, ¿en esto consiste el sindicalismo moderno? Durante estos años, han dirigido su política sindical, hacia practicas negociadoras y han volcado sus centrales en una política alejada de la reivindicación y la conquista de derechos, vendiendo la idea del final de la clase obrera y fomentando pautas y aptitudes conservadoras , han alejado los sindicatos de los sectores de trabajadores en precario, ahora ante la situación que se espera y que ya está apareciendo, el aumento del paro, de la precarización, han convertido en tan barato el despido que las indemnizaciones no van ha parar las intenciones de los empresarios, ni van a ayudar a las familias de los trabajadores. Así mismo las estructuras de los sindicatos no están preparadas para la movilización laboral, para la búsqueda de una apuesta por la conquista de avances en la situación laboral y social; ¿como van a forzar la mano del empresariado?, ¿que les van a oponer? ¡Una resistencia obrera que ellos mismos se han encargado de anular durante estos años! Nos encontramos ante unas direcciones sindicales incapacitadas para afrontar esta nueva situación, parten de principios absolutamente equivocados y desfasados, la paz social no sirve, ya no servia antes, pero ahora aparece hasta ridícula. La vuelta de tuerca de las políticas empresariales y gubernamentales necesita una clara oposición que tenga un proyecto alternativo en el campo de la regulación de las relaciones laborales, de la política industrial, social y económica.

La perdida constante de trabajo, la precarización de la vida de amplias capas de la clase obrera, ¿como lo van a solucionar las direcciones de estos sindicatos que hace tiempo enterraron a la clase obrera? Me imagino que llamando a las puertas del gobierno y de los empresarios, para justificar su funcionamiento y sus estructuras, a costa de ofrecer una vuelta de tuerca mas, en los ya de por si precarios derechos que les quedan a los trabajadores. Jornadas de mas horas, al amparo de la directiva de las 65 horas, mayor abaratamiento, si cabe, del despido, reducción de los gastos laborales, léase cuotas empresariales de la seguridad social, flexibilidad de la movilidad geográfica y funcional, perdida de competencias en la negociación colectiva y como guinda a todo este pastel, mayor congelación de los salarios.


Es evidente que la estrategia de la paz social, no hace desaparecer el fundamento básico de la realidad social, de un sistema opresor, como es el sistema capitalista, la propiedad privada de los medios de producción, elemento que en épocas, como esta, hace si cabe más patente la falacia postmoderna del fin de la clase obrera.

Que nadie espere un cambio de estrategia, en las cúpulas sindicales, sin que nadie les empuje. Solo desde la extensión de luchas concretas, que pasen de la actitud defensiva, a la fase de reivindicación de avances, de recuperación de elementos claves, como son:

1. Reducción de jornada,
2. Adelanto de la jubilación y aumentos considerables de las pensiones,
3. Aumento de salarios,
4. Encarecimiento de los despidos,
5. No reducción de las cuotas empresariales de la seguridad social para proteger el sistema de protección obrera,
6. Protección ante la movilidad geográfica y funcional,
7. Fortalecimiento de la estabilidad laboral,
8. Desprivatización de las empresas privatizadas en los sectores de servicios sociales, educación, sanidad,
9. Nacionalización de las empresas en riesgo de cierre y de los centros de trabajo de las multinacionales que quieran llevarse las producciones y el capital fuera del estado,
10. Aumento de los subsidios de desempleo en tiempo y cantidad que asegure un bienestar adecuado de las familias obreras,
11. Subida del salario mínimo,
12. Aumento de la inversión pública en la creación de tejido industrial,
13. Nacionalización de los bancos que entren en crisis, (pero no para sanearlos y privatizarlos posteriormente) etc.





Solo con una contundente propuesta laboral, económica y social, que manifieste un claro programa sindical de izquierdas, podremos plantearnos una oposición clara a las propuestas oficiales de las cúpulas burocráticas de CCOO y UGT. Sin olvidar que la izquierda política oficial y postmoderna, que estaba aprendiendo las reglas del liberalismo económico, se ha quedado fuera de juego, ante la situación actual de crisis económica, que ha llevado a que los gurús del sistema de libre mercado les hayan pegado una larga cambiada y hayan puesto ante todos nosotros su verdadero ideario, el enriquecimiento sin límites sea como sea. Dejándoles claro que el capitalismo solo tiene una regla la ampliación o salvaguarda de los márgenes de beneficio de los empresarios y de la división del trabajo. Y haciendo mas evidente al servicio de quienes están los estados, su función como queda claro es puramente un instrumento de gestión de los intereses del capital.

En definitiva, debemos aprovechar la actual situación de contradicción en el debate publico de los defensores del sistema de libre mercado, para hacer ver ante la población que la única alternativa, ante los juegos del capitalismo y sus voraces gestores, es profundizar en medidas de intervención publica y control política del sistema económico.

El paro de 15 minutos, del día 7 de octubre de 2008, convocado por CCOO y UGT, y la central Europea CES, tiene muchos detractores, CGT y otras gentes, esta claro que la convocatoria esta hecha por quienes tienen una gran responsabilidad en la situación que vivimos los trabajadores, pero debemos partir de nuestro deber de empujar hacia una época de resistencia y lucha obrera con continuas movilizaciones que nos lleve a una huelga general, si no sale la jornada del martes, ya sabéis que lo que van a concluir es que la gente no esta por la movilización. Debemos centrarnos, en lanzar y apoyar, cualquier movilización laboral, que apueste por romper o ayudar a romper esta dinámica de apatía, fomentada por estas cúpulas burocráticas que por supuesto tienen miedo de perder, en procesos de movilización, el protagonismo que necesitan.

Hay mas gente, de la que a ellos les gustaría, dispuesta a secundar una huelga general, la gente necesita ver que tiene herramientas para oponerse a esta situación, y esas herramientas son las movilizaciones, apoyadas por un programa de mínimos básicos para darle la vuelta a una situación que se puede tornas en dramática.

jueves, 2 de octubre de 2008

65 horas semanales… Ni hablar!



Declaración de Espacio Alternativo

El pasado 11 de junio los ministros europeos adoptaron una propuesta de modificación de la Directiva europea sobre ordenación del tiempo de trabajo. Este proyecto de directiva, la denominada Directiva de las 65 horas, que se pretende aprobar a finales de año en el Parlamento europeo, sanciona una desrregulación extrema de las condiciones de trabajo y la jornada laboral. Este acuerdo, abre la puerta a una jornada laboral que iría mucho más allá de las 48 horas semanales, la duración legal máxima vigente hoy en Europa. Los ministros europeos, sin la adhesión de los representantes del gobierno español, pero sin una oposición explícita por su parte, han abierto el camino a jornadas semanales de 60 y 65 horas semanales.

En la situación actual del mercado de trabajo, con un paro de masas, con la generalización de la precariedad y ante el hundimiento en la pobreza de franjas crecientes de trabajadores ocupados, las patronales europeas pretenden imponer un aumento brutal de la explotación de la fuerza de trabajo del continente en un contexto de crisis internacional del capitalismo. El paro y la precariedad son las dos grandes armas de las clases capitalistas europeas para obligar a los/as asalariados/as a trabajar más para ganar menos… con el fin de aumentar exponencialmente los beneficios de sus empresas.

El proyecto de Directiva es un nuevo ataque a los derechos laborales de los trabajadores y las trabajadoras de la UE. La Directiva de las 65 horas no es un proyecto aislado. Llega en el mismo momento que la “Directiva de la Vergüenza” contra los inmigrantes y afectará en particular a las franjas más débiles. Las clases dominantes europeas se ven empujadas a apretar todavía más al mundo del trabajo, buscando la reducción de los costes laborales, el desmantelamiento de los sistemas de protección social y la sobreexplotación de los/as trabajadores/as, para aumentar la competitividad de la economía de la UE.

Los sistemas de protección social y las regulaciones del mercado de trabajo existentes en los países de la UE son un obstáculo, desde el punto de vista de las clases dominantes, en su búsqueda de una posición hegemónica y competitiva dentro la economía global. Esto explica la intensificación de los ataques contra los derechos laborales en los últimos años. El contexto de crisis económica internacional actual sólo aumentará las presiones sobre el mundo del trabajo asalariado, en un intento de hacer que el coste de la crisis la pague la clase trabajadora.

Este ataque gravísimo contra conquistas elementales de siglo y medio de luchas sociales y democráticas no aparece por sorpresa. Ya se desprendía de la letra y la música del Tratado Constitucional Europeo contra el cual se movilizó un amplio espectro de fuerzas sociales, sindicales y políticas de toda la UE y que fue derrotado con el NON francés en mayo de 2005, aún cuando el grueso de su contenido fue finalmente impuesto con nocturnidad y alevosía con el Tratado de Lisboa (de hecho su versión resumida). Espacio Alternativo participó activamente en la campaña contra el Tratado Constitucional Europeo y lo vuelve a hacer en la campaña actual contra la Directiva de las 65 horas.

Hace falta lanzarse a la calle contra una agresión que pretende devolvernos a las sombrías condiciones laborales del capitalismo del siglo XIX! Cuando el paro está creciendo cada día más, es justamente la reducción de jornada –trabajar menos para que todo el mundo pueda trabajar- lo que habría que reivnidicar. De hecho, si se permiten jornadas laborales de 65 horas semanales, la patronal puede cubrir dos puestos de trabajo con una persona.

Es pues necesario una movilización unitaria de todas las fuerzas sociales, sindicales y políticas de la izquierda europea contra la carestía de la vida, en apoyo a los trabajadores y trabajadoras de sectores en crisis y contra esta decisión, que pretende destruir las pocas conquistas sociales que siguen en pie. La Confederación Europea de Sindicatos (CES), de la cual son miembros CCOO y UGT, ha convocado una jornada de movilización para el próximo 7 octubre, con paros 15 minutos frente a los centros de trabajo.

Desde Espacio Alternativo consideramos que esta jornada de movilización debería ser el inicio de una verdadera campaña europea en contra de la Directiva. Esta no será derrotada con protestas simbólicas de 15 minutos, sino que requiere una verdadera movilización sostenida.

Los movimientos sociales y el sindicalismo combativo han convocado movilizaciones en varias ciudades del Estado español en el marco de la jornada de protesta del día 7 de octubre. Espacio Alternativo, en tanto que una de las organizaciones impulsoras de estas iniciativas, considera muy importante trabajar por asegurar que el día 7 de octubre sea todo un éxito, que establezca las bases para una verdadera movilización social.

Sólo un auténtico levantamiento de la juventud, los trabajadores, las mujeres y los inmigrantes puede detener esta verdadera declaración de guerra contra el mundo del trabajo y los derechos sociales básicos.

No a las 65 horas!

No a la Europa del Capital!